lunes, 15 de marzo de 2010

teorias sobre el origen de la lengua



Son en la actualidad unas seis mil quinientas las lenguas que se hablan en nuestro mundo. De ellas, solamente veinticinco pueden considerarse importantes por su extensión y por su producción escrita.
Desde que Charles Robert Darwin, en el año 1871, escribía la frase: "Creemos que la facultad del lenguaje articulado no ofrece tampoco seria objeción a la hipótesis de que el hombre descienda de una forma inferior", en su famosa obra "El origen del hombre", se han venido publicando toneladas de libros en favor de esta teoría:
La teoría de la evolución del lenguaje, según la cual la enorme variedad de lenguas que existen actualmente se habrían originado a partir de los gruñidos y gritos intermitentes de los monos antecesores -según el transformismo del hombre.
Se ha supuesto, que los hombres empezaron por imitar los sonidos que oían en los animales (bú-bú), o a lanzar gritos emocionales instintivos (pú, pú) o cantos de sincronización al trabajaren equipo (yo-je-jo), más o menos como los remeros del Volga, y todo esto dio origen al
lenguaje.

Engels, en su "Dialéctica de la naturaleza" dice: "... los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano. La laringe poco desarrollada del mono se fue transformando... mientras los órganos de la boca aprendían a pronunciar un sonido tras otro."
Y esto es, en definitiva, lo que se acepta hoy. Mayoritariamente se cree, se escribe y se enseña que de los gruñidos han surgido las modernas gramáticas; de lo simple lo complejo y de lo primitivo lo civilizado.
Hasta tal punto esto es así que los modernos métodos "científicos" para la investigación del origen del lenguaje se centran en la observación de los recién nacidos, desde sus primeros balbuceos, y en el estudio de retrasados mentales, pues según Maistre (1963), estos deficientes nos marcarían las etapas por las que la inteligencia humana tuvo que pasar para conseguir hablar.

Teoría de la bibiblia
La Biblia nos dice que el lenguaje fue un don de Dios dado al primer hombre. Adán no tiene que realizar todo un proceso de aprendizaje, pasando por etapas de balbuceos, gritos o gruñidos, antes de pronunciar la primera palabra correcta, sino que en el mismo acto creador le es infundida una lengua perfecta y compleja.
Inmediatamente, el padre de la humanidad es capaz de comprender órdenes verbales, de hablar con su compañera, de poner nombre a todos los animales -los zoólogos saben bien lo difícil que puede resultar esta labor- y de comunicarse con Dios.
Según el primer versículo del capítulo 11 de Génesis, parece que “toda la tierra era de una misma lengua...", pero esto no duró mucho; cien años después del diluvio universal, el Creador efectuó un milagro de juicio.
Los hombres se rebelan contra El, los descendientes de Noé no quieren obedecer el mandato de Dios de "llenar la tierra" (9:1) y Dios tiene que actuar. Confusión instantánea y total del primitivo lenguaje, para que no se pudieran entender unos con otros y no tuvieran más remedio que dispersarse.
Este es, según la Biblia, el verdadero origen de las lenguas.
En la misma Torre de Babel Dios disgregó el lenguaje original, que había otorgado a Adán, en los aproximadamente cincuenta lenguajes principales que hoy los lingüistas no consiguen relacionar entre sí, todos igualmente complejos y mutuamente incomprensibles.
Surgen así el japonés, el árabe, el bantú, etc., modos completamente distintos de comunicación verbal. Desde luego, es muy cierto que un español, un inglés, un alemán o un francés que no conociesen las lenguas de sus vecinos, no se podrían entender en absoluto con ellos; pero la evidencia demuestra que probablemente Dios no actuó dividiendo idiomas de una misma familia, en este caso, la Indoeuropea, sino que se centró en la separación, rotunda y radical de las principales familias, que luego, con el tiempo, cada una por separado, originarían el total de las lenguas de la actualidad.
En el transcurso de los siglos, algunas tribus aprenderían a escribir y dejarían así constancia de su lenguaje (griego); otras se perderían en la jungla y no desarrollarían ningún sistema de escritura, pero aún así, la transmisión oral nos permite comprobar que sus lenguas son reliquias de un pasado glorioso.

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